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sábado, enero 23, 2010

UNA DEDICATORIA, UNA RESEÑA. EL VECINO



Desde luego, los superhéroes no son plato de mi devoción. Eso no quiere decir que no sea capaz de acercarme a esta rama del cómic ni entender su complejidad mitológica. Es sencillamente que no me interesa demasiado observar una retahíla de espectaculares mamporros gratuitos sin más propósito que proporcionar diversión de bajo coste neuronal. Por fortuna, hay obras que van más allá del mero esparcimiento, interesándome en especial aquellos que se destacan por su calidad artística (Batman y el largo Halloween, de Tim Sale) o que exploran el concepto del mito (Es un pájaro… de Teddy Kristiansen) y sobre todo aquellos que exploran la humanidad del personaje. Y es en El vecino de Pepo Pérez y Santiago García donde encontramos una afortunadísima mezcla del género superheroico con el slice of life, o tebeorrealidad, o como ustedes quieran llamarlo.

José Ramón, estudiante de oposiciones sin oficio ni beneficio descubre un buen día que su vecino Javier es periodista y superhéroe, y surgirá entre ellos una amistad basada primero en el compromiso y en la honestidad más tarde. Así de simple es el argumento de Santiago García que encierra una de las comedias costumbristas más efectivas del panorama tebeístico nacional hábilmente bosquejadas, a pincel primero y a plumilla después, por Pepo Pérez. Y es que la tebeorrealidad vista/leída hasta ahora, al ser de producción extranjera se daban situaciones bastante ajenas. Pero con El Vecino y su estudiante de oposiciones fugado de un pueblo, compartiendo unas cervezas con Javier, podemos sentirnos mucho más identificados. Y esa es una de las principales virtudes de este tebeo del que se han publicado hasta ahora 3 entregas.

La primera, una comedia con toques de gracioso patetismo, la segunda un drama y la tercera, la más conseguida hasta ahora, una mezcla de las dos anteriores. Lo cierto es que se puede apreciar una evolución bastante diferenciadora entre los tres volúmenes, tanto temáticamente como narrativamente y gráficamente. Escalones torcidos de una escalera que tanto puede ascender al estrellato como al estrellamiento.


Si el primer escalón era ligero, apenas el grosor de un felpudo de bienvenida, el segundo ya avisaba de lo peligroso de la escalera. Un tablón suelto en forma de tragedia poco venida a cuento y con personajes secundarios que al final se pierden de vista de forma inexplicable a pesar de los estrechos lazos establecidos con Javier / Titán.
Por el contrario progresa el de los protagonistas y sus secundarios como las novias de los vecinos, Lola y Rosa entre otros, quienes vienes a ser como pequeños clavos que aportan la firmeza necesaria para que la falta de equilibrio no pase de un traspiés.

Por fortuna, en el tercer peldaño, más firme, se recobra rápidamente el equilibrio y dan ganas de seguir subiendo. Aquí recoge la comedia y el drama de los dos anteriores para mezclarlos hábilmente en un nuevo formato y estética bitonal, más manejables y efectivas tanto gráficamente como narrativamente. Aquí se define bien la serie y sus personajes y su grafismo es más rápido y hábil lo que se traduce en una mayor expresividad. Y ambas características dejan intuir el rumbo que van a tomar los siguientes escalones, que pueden ser más agradables de trepar, formando el edificio que puede llegar a ser El Vecino en su totalidad. Sólo se trata de mantener la firmeza de los peldaños.

Dejando de lado la estúpida metáfora, que no se ni como se me ha ocurrido, puedo decir con toda seguridad que El Vecino es una de las series que más ganas dan de leer del panorama nacional, a pesar de todos sus defectos que se ven rápidamente perdonados en siguientes entregas.

Sigamos subiendo…

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