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miércoles, abril 27, 2005

LA ESPADA DEL INMORTAL



Por fin, después de algunos meses de espera, he podido adquirir el nuevo tomo de La espada del Inmortal, concretamente el que hace el número 17, pues tengo que reconocer que soy un adicto a esta serie desde que la empezó a publicar Norma allá por el año 1997 en una serie abierta de cómic-books que abarcaban la mitad de cada tomo japonés. Sin embargo, se canceló la serie en el número 10 por razones de ventas aunque la excusa que habían presentado era que se había alcanzado la edición japonesa y había que dejar pasar unos meses antes de ver los siguientes números. No volvimos a saber nada de ella hasta que la maravillosa editorial Glenát decidió recuperarla para su colección de Seinen Manga, publicando además los tomos que habían ido saliendo en el espacio de tiempo entre la cancelación de Norma y la recuperación de Glénat, y hoy hemos llegado al número 17 de los tomos japoneses que, si bien no es el que finaliza la serie, si aporta nuevos datos a lo que es por ahora uno de los arcos argumentales más interesantes. Actualmente, su publicación depende del ritmo de publicación japonés que, por cierto, es bastante lento al ser serializadas sus aventuras en la revista Afternoon de Kodansha, cuya periodicidad es mensual lo que significa que cada capitulo es publicado cada mes, haciendo su espera a la edición española un verdadero suplicio.
Y es que en La Espada del Inmortal, comenzada por un joven veinteañero Hiroaki Samura, contiene todos los ingredientes que la convierten en una serie de culto. Para empezar, en su guión hay una característica que llama poderosamente la atención y me deleita hasta extremos insospechados. Y esta es que no hay buenos ni malos, cada uno tiene sus razones por las que luchar y matar, dándole tanto la razón a Rin Asano, cuyos padres fueron asesinados por el Ittô-Ryû, como a Kagehisa Anotsu, líder del Ittô-Ryû. Y es la igualdad de condiciones entre ambos bandos la característica que más me tiene en vilo tomo tras tomo ¿Quién tendrá razón al final? ¿Tendrá Rin las suficientes razones como para poder llevar a cabo su venganza? Interesantes también son las disertaciones que se hacen acerca de la inmortalidad de Manji, siendo esta más un lastre que una ventaja, de cómo vivir es duro pero más duro es todavía no poder morir.
Tampoco podemos olvidarnos de la multitud de personajes que pululan por las páginas de cada tomo, siendo especialmente conmovedora la figura de Makie Otonotachibana, la de los ojos tristes, la que cambió la prostitución por la espada. Tampoco podemos olvidarnos del obsesivo Shira ¿Estará vivo todavía?
A todo ello tenemos que sumar un maravilloso dibujo que alcanza cotas increíbles en los primeros números, anotándose luego un pequeño bajón para luego volver a repuntar en los últimos tomos. Este dibujo en el que se combinan, sobre todo en los primeros tomos, viñetas a lápiz con otras trazadas en tinta, está al servicio de una historia llena de poética violencia, ambientada en el Japón del siglo XVIII, permitiéndose ciertas licencias estéticas que no hacen sino su lectura todo un deleite visual. Al principio las viñetas eran más elegantes y trabajadas, imitando las calidades de la característica pincelada japonesa que aparece en las ilustraciones del Ukiyo-e en las viñetas a tinta o el realismo anatómico más descarado en las ilustraciones a lápiz. Sin embargo en los últimos volúmenes se ha evolucionado a una línea más deshilachada, relegando el trabajo a lápiz a las portadas de cada capítulo o a escasas viñetas en las que se representa un momento importante. Este estilo no desmerece en absoluto sino que aporta una visión más intensa y desgarrada del drama que esta aconteciendo pues, ahora mismo, en este último tomo, el autor nos esta ofreciendo uno de sus arcos argumentales más escabrosos, en el que se hacen experimentos sobre la inmortalidad y como se puede traspasar esta a otra persona. Y es que a pesar de lo macabro que esta empezando a resultar el asunto, este no ha perdido ni un ápice de interés y más ahora que se ha enriquecido con la nueva faceta de Dôa Yoshino tras perder a su fiel compañero Isaku Yasonoôkami y la maduración interior de Rin Asano.
En definitiva, mi serie favorita del momento.
Ahora a soportar esta angustiosa espera de unos meses hasta que salga el siguiente tomo. Me tendré que hacer inmortal. X.

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