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lunes, febrero 28, 2005

PIET WIJN


Con el post de hoy vamos a desentrañar uno de los principales misterios del tebeo en España. A ver, que levanten la mano los que no se acuerden de Bermudillo, el genio del hatillo, un pequeño hombrecillo afable, de barba canosa y ataviado con un traje y gorro verdes, y sobre todo un hatillo de la que sacaba por arte de magia los objetos más variopintos y apropiados a la situación. Publicado durante los años 80 en las páginas de Pulgarcito de la época de Jan, la colección Bravo y en libros recopilatorios que alcanzaron los primeros 6 números de la edición original, todas editadas por Bruguera.
Seguro que los que no lo conocen se cuentan con los dedos de una mano, y es que el personaje de Bermudillo fue uno de los más populares de las creaciones extranjeras insertadas en medio de los tebeos de autoría nacional a pesar de su estilo un tanto adulto capaz de infundir cierto temor al tierno lector que se aventurase por primera vez en sus páginas. Pero lo cierto es que poco o nada sabemos de los orígenes de Bermudillo, y menos aún de su autor. Pues bien, es hora de desvelar el misterio.
El autor en cuestión, procedente de los Países Bajos, es Piet Wijn. (¿Impronunciable, verdad?). Nacido en 1929, se introdujo en el mundo de los tebeos a la temprana edad de 18 años trabajando para Marten Toonder Studios, trabajando inicialmente en el departamento de animación, aunque por fortuna, paso pronto para el departamento de tebeos, siendo su primer cómic De Zwarte Hertog en 1948. Aun habrían de pasar 20 años y una amplia producción para que apareciese en las páginas de la versión holandesa de la revista El Pato Donald el personaje de Douwe Dabbert, que no es otro que el titulo original de nuestro Bermudillo, el genio del hatillo. Sin embargo sería injusto atribuirle a Piet Wijn todos los méritos, puesto que las historias de Bermudillo nacieron en colaboración con el guionista Thom Roep, artífice de sus oscuras historias. Desde entonces, las aventuras de este personaje se han convertido en las principales de su producción tebeística, de la que ya se han publicado 23 volúmenes en su país de origen y recibiendo el prestigioso premio Stripschapsprijs, que viene a ser como los oscar del cómic holandés. Aquí podréis ver las portadas de la edición completa en su versión original.
El estilo de Piet Wijn es realista, con cierto grado de caricaturización y un pleno dominio de la recreación de ambientes de época pero, en ocasiones, resulta demasiado siniestro y gótico para el pequeño público pero que recrea a la perfección todo un mundo de fantasía cuyos límites no somos capaces de vislumbrar. Este estilo suyo se pone al servicio de unas historias trabajadas, que no se burlan del lector y con unos altos contenidos poéticos y filosóficos poco habituales en el cómic infantil y que pueden frenar un poco a los lectores más inocentes y menos habituados a este tipo de historias, pero una vez superado este bache, acabas de entrar por la puerta grande de los cómics que marcaran el resto de tu vida.
Una de las pocas historias completas que leí de Bermudillo fue El reino secreto de los animales, cuya lectura ha sido una de las más impactantes de toda mi infancia. De entrada no me atreví a leerlo por su estilo un tanto siniestro y demasiado adulto para mi edad. Sin embargo, cosas de la vida, ya me había leído y releído todo lo leíble, menos, claro, la historia de Bermudillo. Así que para poder superar mi adicción, no me quedó más remedio que leerlo. ¿Alguna vez no habéis prestado demasiada atención a un cómic concreto y cuando lo leéis, os dais de cabeza contra la pared por ser tan gilipollas de dejar pasar una obra maestra durante tanto tiempo? Este fue mi caso. De entrada la historia era deliciosa, aportando una nueva visión filosófica acerca del conflicto entre el género humano y animal. En ella, Bermudillo, por diversas circunstancias acaba en un mundo subterráneo donde conviven animales de todas las razas, hablan y visten como los humanos y temen a estos, por lo que su llegada supone toda una revolución. Además estos animales, sobre todo los lobos, nunca han probado el sabor de la carne. Uno de los enemigos de Bermudillo que ahora no me acuerdo como se llamaba, tienta a los lobos a comer carne, originando una carnicería que solo Bermudillo será capaz de frenar. Tengo que confesar que no me acuerdo mucho de la historia pero si de su mensaje, que invitaba a la reflexión acerca de alimentarnos de animales. Durante días estuve sin probar la carne.
En fin, una vez desvelado uno de los grandes misterios de la humanidad solo nos queda exigir la reedición de Bermudillo a la voz de ¡YA!

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