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lunes, febrero 21, 2005

EL DESTINO DE MÓNICA



Un sábado de estos me dio un bajón de ordinariez y pensé en acercarme al Alcampo en pos de alguna película interesante y no me puse el chándal y las deportivas para entrar en ambiente porque todavía tengo mi dignidad. Total, que encontré una sección llena de libros de ocasión y me acerqué a chafardear un rato y para sorpresa mía me encuentro bastantes cómics tirados de precio y sin dudarlo me apropie de unos cuantos ejemplares de Carlitos y la colección completa de las obras de Claire Bretécher publicadas en España por la editorial Beta. Claire Bretécher es una de estas autoras feministas que vivió los cambios ideológicos y morales producidos a lo largo de los años 70 y 80 y los plasmó con ironía en las páginas de Les Frustrés, publicadas en el semanario Le Nouvel Observateur de los años 75, 78 y 79, destacándose como una autora que se alimenta de las palabras y situaciones de su tiempo.
El destino de Mónica es, quizás, el mejor de los cinco álbumes que componen su periplo español (Doctor Corral, medicina general, Madres, Agripina, Las trifulcas de Agripina y El destino de Mónica), cuya historia comienza con un realismo costumbrista no exento de ironía, para luego ir trotando a través de un sendero cada vez más surrealista hasta llegar un final de ciencia ficción. Como el protagonista de este álbum es todavía un invisible embrión, nos centraremos en la historia de los secundarios. En primer lugar tenemos a Linda, una actriz que se acuesta con un productor y desea tener un hijo de él. Finalmente lo consigue sin que, por supuesto, el productor se entere pero al mismo tiempo le cae una oferta de protagonizar una película que coincide con sus meses de embarazo por lo que propone a su criada portuguesa, Cándida, que tenga el hijo en su lugar mediante un trasplante de embrión. Después del trasplante, ella desaparece, por lo que linda emprende una búsqueda para, finalmente, encontrarla en su pueblo natal de Portugal. Allí le explica que su marido tuvo un accidente por lo que se ha visto obligado a congelar el embrión en una clínica. El departamento de embriones, regentado por el profesor Fallopio es un caos en el que los embriones humanos se congelan junto con otros de toros, gallos, y caballos dando lugar a la pérdida del embrión de Linda entre el batiburrillo de embriones mientras los encargados sufren constantes visitas de excitados miembros de bioética. Solo la intervención de un manipulador genético sin escrúpulos hará pasar un Hitler en potencia como el embrión de Linda, mientras el verdadero embrión ha sido robado pensando que se trataba de un semental taurino por lo que acaba en un pueblo que haría honor a Puerto Hurraco y no les cuento más para no destriparles el final.
Con un estilo a medio camino entre las ilustraciones desenfadadas de Sempé y los narigudos de Ralf Köning, sus ilustraciones, impregnadas de naturalismo, están al servicio de una historia irónica y en ocasiones, tremendista, de manipulaciones genéticas, reproducción asistida y embriones congelados que habría puesto los dientes largos a la sección más conservadora de la sociedad norteamericana. Claire Bretécher nos ofrece una historia que invita a la reflexión moral y que a pesar de todo, quizás seamos nosotros los conservadores al tragarnos caña, anzuelo y sedal de todo lo que ocurre en su obra y creerla posible cuando las cosas suceden de forma mucho más normal.
Pero sobre todo es un reflejo de las inquietudes éticas que pululaban por los años 90, plagados de innovaciones genéticas y técnicas de embarazo, similar a lo que sucede actualmente con la clonación de seres humanos, acompañados de otros problemas sociales como la inmigración ilegal y el sida.
Publicado en España en 1998, recomendable para los que deseen reírse de la época en la que todavía éramos unos simples embriones, por fortuna, descongelados y desarrollados de forma natural.

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