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viernes, enero 28, 2005

MAUS



Ayer mismo me comentaba una amiga que, coincidiendo con el aniversario de Auchwitz, mi próximo comentario debería ser sobre Maus, de Art Spielgman. Aunque mi propósito inicial es ir comentando obras más minoritarias y desconocidas para el gran público para luego, entrado en materia, ir comentando obras más importantes, considero que es oportuno incluir en el post de hoy esta gran obra que aporta una visión enriquecedora y personal del holocausto.
Esta obra fue publicada en dos partes y por entregas desde 1973 hasta 1991, una larga obra que tardó 19 años en concluirse, editándose en España bajo el sello de Planeta deAgostini dentro de la colección Trazado en un volumen que recoge ambas partes, subsanando así el error cometido hace 10 años con un volumen que solo recogía la primera parte de la obra. Como dato adicional, fue el primer cómic galardonado con el prestigioso Premio Pulitzer de 1992 y ha sido objeto de una exposición en el MOMA (Musem Of Modern Art) de Nueva York.
El trabajo de Spielgman gira alrededor de la figura de su padre, Vladek Spielgman, superviviente del holocausto. Spielgman lo desarrolla en dos historias paralelas y entrelazadas: Una, la historia de su padre en América y las entrevistas que le hace el hijo para la elaboración de la presente obra, y la otra los acontecimientos previos y posteriores a su ingreso en Auchwitz. Resulta sumamente interesante conocer a Vladek mientras nos narra los acontecimientos desarrollados en Polonia, como el abuelito que cuenta sus batallas. Pero más interesante aún es conocer toda la historia, desde que conoce a su futura esposa, Anja, en un ambiente prebélico, asistiendo así a la tensión creciente que supone el avance del dominio nazi en Polonia. Se puede palpar la tensión cuando Vladek y Anja ven por primera vez, desde la ventanilla del tren, la bandera con la cruz gamada plantada en lo más alto del pueblo por el que pasaban. Este es el inicio de una lucha por la supervivencia que se desarrollara incluso dentro de la alambrada de Auchwitz.
La parte de los recuerdos de Vladek, aunque narrada con rigor histórico y atención a los pequeños detalles, no es un documental al uso sino el mejor y más personal relato de unos acontecimientos que marcaron la historia y pusieron en duda incluso a la propia humanidad.
Sin embargo, lo que más me llama la atención es el desarrollo del presente en el que se analiza el perfil psicológico de la figura de Vladek. Inteligente, solidario y previsor durante la guerra, aquí se nos presenta como una persona capaz de irritarnos con su tacañería y su desconsideración hacia su segunda esposa, Mala. Baste leer el episodio en el que Artie y Françoise, la esposa de este, recogen en su coche a un negro lo que provoca unas insólitas reacciones xenófobas en Vladek, irónicas viniendo de alguien que fue perseguido durante años por los nazis. Todo ello contribuye a desmitificar el victimismo que se les atribuye, no siendo estas más que personas normales y corrientes como todos, con sus virtudes y sus defectos. En una palabra, humanos. Aquí el gran acierto de Spielgman ha sido plasmar los acontecimientos de una forma plenamente objetiva en el que no se señalan a los culpables ni a las victimas. Las cosas tal como son y como fueron.
El estilo de Spielgman es sencillo y tosco, pero una vez salvada la primera impresión nos encontramos con que es hondamente expresionista y atribuyendo a los personajes un alto valor icónico con lo que consigue que los dibujos formen parte de la propia narración y no como un complemento o ayuda de esta. Atención a las páginas autobiográficas que aparecen insertadas bajo el título de Prisionero en el planeta Infierno, pues son de un grafismo inusitado y donde el autor se nos enfrenta a la sombra de una madre suicida.
Una de las características mas interesantes de su dibujo pero también una de las más evidentes es el antropomorfismo al que son sometidos los personajes en el que los Judíos aparecen caracterizados como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como cerdos, los americanos como perros, los franceses como ranas, etc… indicando el origen de cada uno de los personajes para mostrarnos las diferencias raciales y aumentar así el ambiente cismático de la segunda guerra mundial.
Antes de acabar con esta reseña quiero advertir a los lectores que tengan un ejemplar de Maus en sus manos que el hecho de que Vladek hable tan mal no es un problema de traducción sino que es un rasgo más de su personaje, ya que tras abandonar Polonia e instalarse en América, ya en edad adulta, no ha sido capaz de asimilar totalmente el idioma inglés, cometiendo numerosos errores.
Una obra maestra del cómic histórico y autobiográfico.

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